domingo, 26 de mayo de 2019

Nada


Toda una vida
planificada con sueños
que por arte de magia
decidiste destruir.
No hay perdón,
ni olvido,
ni odio,
ni rencor,
simplemente indiferencia.
No mereces nada
que venga de mí.



sábado, 25 de mayo de 2019

Viendo más allá de la mirada


Sus ojos nunca vieron
el mundo que la rodeaba,
ese que sus manos conocían
al detalle,
el que sus pies recorrían
con la seguridad
que vence al miedo,
el que sus sueños
pintaba accesible.
Ese mundo
al que ella le enseñó
a ver que,
simplemente,
era una persona más,
como tú, como yo,
como todos.


#hoynoperderé



jueves, 16 de mayo de 2019

Donde habite el olvido

Mentían Bécquer,
Cernuda y Sabina,
no hay lugar
donde habite el olvido.
Aquí sigue
este maldito recuerdo,
que me va asolando
por dentro.
Aquí sigue,
perenne,
inmóvil,
eterno,
perpetuo...
 




miércoles, 15 de mayo de 2019

La belleza

Ni boca de fresa,
ni perlas por dientes,
ni cabellos de oro.
Somos mujeres,
no un catálogo
de unos grandes
almacenes.
Es la valía
la auténtica belleza
y no al revés.
Cuando
la propiedad
conmutativa
se equivoca
solo nos queda
aprender.

martes, 7 de mayo de 2019

Un final sin créditos


-¡Corten!
En ese momento el set de rodaje se inundó de aplausos, se acababa de rodar la última escena de la película y los abrazos, los besos y las sonrisas pasaron a ocupar el primer plano del momento. Tras despedirse de todos los que habían sido sus compañeros durante meses, Julia salió sin saber muy bien a dónde ir. Ésta era su primera película como protagonista, por fin le había llegado su gran oportunidad, y nada más y nada menos que de la mano de uno de los directores más reconocidos del panorama nacional. Llevaba meses dibujando delante de las cámaras su maravillosa sonrisa, mientras intentaba olvidar lo que sus ojos escondían, y si algo había aprendido es que no es tan sencillo pasar del drama a la comedia, por mucho que el guion lo exija.
Absorta en sus pensamientos siguió caminando sin rumbo, ni siquiera se dio cuenta de que había empezado a llover, sus recuerdos estaban poniendo entre las cuerdas a su cordura. “Se ha terminado”, se repetía una y otra vez, deseando asumir la ruptura, pero cómo le costaba aceptar que su relación se había roto, cómo le dolía recordar el momento en el que él le había dicho que ya no podía continuar, que, simplemente, ya no estaba enamorado de ella. Probablemente hubiese preferido una infidelidad o una apatía que provocara la ruptura por la otra parte, eso lo hubiese hecho menos doloroso, o eso quería creer. Eso sí, a él había que reconocerle su valentía, justo la que a ella le faltaba en esos momentos. Sus pasos la llevaron a una cafetería, sentada al otro lado del cristal, removía distraídamente su té de canela, fue entonces cuando sacó de su bolso una libreta, arrancó una hoja, y se puso a anotar algo en ella. Se tomó su té y decidida salió a la calle. En la mesa dejó el dinero y la nota:
 “Querido narrador omnisciente, ya tengo suficiente con mis pensamientos, no quiero  aguantar los ajenos, así que aquí te quedas, si miras tras el cristal verás un cine, ponen un clásico, de Katharine Hepburn nada menos, allá voy, a evadirme de todo mirando la gran pantalla”.