Les Todes


En blanco y negro 


Miguel dormía sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo en su habitación. Por la ventana, aprovechando que la ciudad descansaba, se colaban dos hadas para averiguar qué es lo que había pasado. Miguel siempre había sido un niño alegre, un experto dibujante de sonrisas, narrador de fantasías e ilustrador de sueños, pero en los últimos meses, su luz se había ido apagando, ya no era el mismo de antes y nadie sabía el porqué.  En poco tiempo su brillo fue dando paso a una tonalidad de grises que lentamente anegaban su alma, borrando todo rastro de felicidad pasada.

     Las hadas, decididas a salvarlo del blanco y negro, entraron decididas en sus sueños. Allí descubrieron un mundo inhóspito, oscuro, lleno de ruido, golpes, burlas e insultos. El paso de Miguel al instituto no había sido, ni mucho menos, el deseado. Allí se encontró con la oscuridad de quienes aprendieron a tejer pesadillas en vez de sueños. Miguel, con su luz, se convirtió en el blanco preferido de ellos; desesperado, intentó pasar desapercibido, y lo único que se le ocurrió fue apagar todo el brillo que llevaba dentro.

     Las hadas salieron aterradas por todo lo que vieron, había tanta tristeza, tanto dolor, tanto miedo…, que por primera vez no supieron qué hacer. Y así fue como Miguel siguió atrapado en aquel mundo en blanco y negro, esperando a que alguien, antes de que sea tarde, acuda a rescatarlo.

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