Pasan los días
sin acontecer nada;
uno tras otro
arrastran la tristeza
de esta gris sombra
que es mi vida sin ti.
Mientras, te espero
cada noche a que invadas
mi cuerpo en sueños.
En la calle
las luces iluminan
la nostalgia
de un tiempo pasado.
Los sitios vacíos
reflejan
los recuerdos compartidos
y las ausencias
inevitables.
Brindamos,
un año más,
por los pocos sueños
que nos quedan,
mientras los niños
tararean villancicos
y abrazan la magia
de la que,
a pesar de todo,
seguimos siendo
cómplices.
Encadenada a
este otoño perpetuo
en el que veo
llorar a los árboles
que, al igual que yo,
lamentan esta ausencia
de algún futuro
al que aferrarse, ahora
que nunca volverás.