Eras tú

Te creí abrigo

en mi invierno perpetuo,

refugio dulce

donde sanar el dolor.

Soñé una vida

con tu mano en la mía,

con un futuro

asido por abrazos.

Y hoy, solo tengo

la certeza, de que aquel

frío invierno, eras tú.

Mi vida sin ti

Pasan los días
sin acontecer nada;
uno tras otro
arrastran la tristeza
de esta gris sombra
que es mi vida sin ti.
Mientras, te espero
cada noche a que invadas
mi cuerpo en sueños.

A pesar de todo

En la calle
las luces iluminan
la nostalgia
de un tiempo pasado.
Los sitios vacíos
reflejan
los recuerdos compartidos
y las ausencias
inevitables.
Brindamos,
un año más,
por los pocos sueños
que nos quedan,
mientras los niños
tararean villancicos
y abrazan la magia
de la que,
a pesar de todo,
seguimos siendo
cómplices.

Encadenada

Encadenada a
este otoño perpetuo
en el que veo
llorar a los árboles
que, al igual que yo,
lamentan esta ausencia
de algún futuro
al que aferrarse, ahora
que nunca volverás.

Certezas

Esta irremediable
certeza
de que todo
lo hago
al revés,
como ahora
me confirman
estos malditos
gusanos
que alguna vez
fueron mariposas
enamoradas.

Tenían razón

Sí, tenían razón
los visionarios
del desastre,
aquellos que no dejaron
de anunciar
la muerte
de lo nuestro.
Sí, tenían razón,
el amor
no nos duró
para siempre
y, tras tantos años,
hoy celebran
su acierto.
Sí, ellos tenían razón,
pero nosotros
tenemos los recuerdos...,
(y yo, créeme,
 me quedo con eso).

En defensa propia

El sonido de la lluvia

despierta la tristeza

de los sueños rotos,

de los días grises,

de las noches frías.

La soledad avanza

y yo me defiendo,

y salgo a la calle

y bailo

y me encuentro…

Café con un extraño

IDEA ORIGINAL:  @MARUBV13

Entré en aquel café distraída y con un paso rápido. Un hombre de cabello blanco que sostenía un café en una mano y un croissant en la otra, se detuvo para darme el paso. Le sonreí por inercia y me dirigí a la barra a pedir, como de costumbre, un capuchino con extra de canela. Una vez sentada en mi sitio habitual, en una esquina, junto a la ventana, saqué mi portátil y me dispuse a escribir, pero me di cuenta de que el hombre que me había dejado pasar seguía allí, mirándome de tal forma que conseguía inquietarme.

Intenté evadirme entre mis letras pero no conseguía hilar dos frases sin mirar de reojo a aquel extraño que sonreía y escribía pausadamente en una libreta, recreándose en lo que hacía. De vez en cuando, clavaba su penetrante mirada en mí y, a continuación, volvía a perderse entre las hojas de su cuaderno, mientras yo volvía a encontrarme, cara a cara, con mi bloqueo. Ni el perfecto aroma a canela conseguía revivir mi inspiración. Llevaba semanas en las que era incapaz de avanzar en la novela. Sabía perfectamente todo lo que iba a suceder en la historia, cada palabra, cada detalle, pero algo me impedía escribirlo, como si al hacerlo estuviese desprendiéndome de algo que hasta ahora era solo mío. Desistí, apagué el ordenador y saqué la novela de Luís García Montero que me estaba leyendo. Nada me daba más ganas de escribir que leer un buen libro y aquel lo era. Esperaba que esta vez también volviese a funcionar la lectura como fuente de inspiración.

Por un momento conseguí olvidarme del desconocido, pero al levantar la cabeza para tomar otro sorbo del capuchino, vi que  seguía allí, mirándome detenidamente, sin disimular, mientras parecía tomar anotaciones de cada detalle. Lo más extraño es que no me inquietaba. Analizándolo fríamente, en cualquier otro momento, hubiese entrado en pánico, pero, siendo sincera, lo único que me producía era curiosidad por saber qué escribía.

Logré concentrarme en la lectura hasta que vi que se dirigía al baño. En ese mismo instante mi timidez se desvaneció por arte de magia, decidida, me levanté y me dirigí a su mesa, donde había dejado su cuaderno. Lo abrí y comencé a leer. Poco a poco noté como se me estremecía el cuerpo. Todos mis recuerdos se iban desdibujando, convirtiéndose en simples sombras de letras. Y yo allí, en medio, hierática, dándome cuenta del vacío, de lo efímero, de la mentira. Yo era un simple personaje de una historia escrita por un desconocido, si todavía hubiese sido Benedetti o García Márquez… Ahí, al principio de su cuaderno, estaba escrito el comienzo de todo, antes de eso no había nada, no estaba yo: “Entré en aquel café distraída y con un paso rápido. Un hombre de cabello blanco que sostenía un café en una mano y un croissant en la otra, se detuvo para darme el paso”.

Pagué la cuenta y él continuó la historia, solo espero que merezca la pena.

                               ..................

Sobre el texto @MaruBV13 hace las siguientes consideraciones:

—Título del texto.

—Intro de @MaruBv13 indicada en cursiva.

—El caballero parece dibujar o escribir en una libreta.

—Enlace a su entrada:      https://conjurandoletras.com/2019/07/07/cafe-con-un-extrano/

Te busco

Te busco en la noche
con la timidez
de aquella adolescente
que temía ser rechazada.
Mis labios pronuncian
un te quiero
pero solo encuentro
a mis fantasmas, brindando
por las viejas heridas,
y a ti, fingiéndote dormido,
a mi lado, en la soledad 
de nuestra cama.

Spoiler

Allí estaban,
tan jóvenes y enamorados,
sentados en aquel
banco del parque,
con la mirada de quien
se siente dueño del mundo,
derrochando besos y caricias.
Y yo aquí,
tan de vuelta de la vida,
conteniéndome
para no hacerles un spoiler,
regalándoles unos meses
de felicidad.

Eternos

A pesar de los años,
o precisamente por ellos,
aquí estamos los dos,
sobreviviendo a las lánguidas
tardes de domingo,
a las dudas, a los miedos.

Asidos a este abrazo 
donde se funden
la calma y la pasión.
Prendidos a estos besos
con sabor al dulce insomnio
de tus labios en mi piel.
Aferrados a este amor
que no teme al tiempo
porque nos sabe eternos.

Brindemos

Brindemos por esas noches oscuras
en las que llegas
y sale el sol,
por la urgencia del deseo,
por esta pasión perenne,
por esos labios que saben a presente
y se olvidan del reloj.

Volver...

Miraba la vida tras el cristal de la ventana,  su trinchera contra el sufrimiento se había convertido, al mismo tiempo, en una barrera para la felicidad. Temiendo que la angustia volviera, se fue aislando de todo. Las pastillas habían ido borrando las lágrimas, pero su soledadad no tenía maquillaje que dibujara sonrisas. Veía tan cerca la vida y, sin embargo, se sentía tan lejos de ella. Tal vez ya era hora de volver...

Perfecta sintaxis

Amor, conjuguemos
nuestros sueños,
declinemos todos
los miedos
con la perfecta sintaxis
de nuestros cuerpos
desnudos.

Dime

Dime qué hago

con esta angustia

que me asfixia,

cómo salgo de

este maldito laberinto,

de esta sala de espejos

que me devuelven

mi reflejo desnudo,

con todos los miedos

al descubierto.

Dime cómo suelto

esta carga

que no me deja avanzar.

Dime cómo eran

aquellos días

en los que

me vestía 

con una sonrisa.

Dime cómo era

ser feliz.

Dímelo, porque sé

que algún día lo fui,

pero hoy no lo recuerdo.

Tarde de lluvia

La lluvia cae

derramando

su melancolía

sobre las aceras,

recordándome

tu ausencia

y la tristeza

de este viernes

vestido de domingo.

Aquellos que ya no somos

Hoy te he estado buscando
entre los versos de Benedetti,
pero ya no hablan de nosotros.
Ya no somos aquellos
que creían en la utopía,
aquellos que eran
mucho más que dos,
aquellos que temblaban
entre versos y caricias.

Ahora llegas a casa
cansado de cargar
con el gris de los días,
sin nada que contar
que no sea hastío y desolación.

Ahora miro viejas fotos
de aquellos dos extraños
que sabían
que el desamor llegaría,
pero ignoraban
que no tendrían el valor
de decirse adiós.

Ahora

No había más que nosotros

y ahora me dejas

este vacío en los labios,

esta cama desierta,

estas huellas sin pasos.

Ahora rompes con todo

y me dejas recogiendo 

estos tristes pedazos

de lo que fue este amor,

ese que tú ya has olvidado.

Nada

Toda una vida

planificada con sueños

que por arte de magia

decidiste destruir.

No hay perdón,

ni olvido,

ni odio,

ni rencor,

simplemente indiferencia.

No mereces nada

que venga de mí.

Viendo más allá de la mirada

Sus ojos nunca vieron

el mundo que la rodeaba,

ese que sus manos conocían

al detalle,

el que sus pies recorrían

con la seguridad

que vence al miedo,

el que sus sueños

pintaba accesible.

Ese mundo

al que ella le enseñó

a ver que,

simplemente,

era una persona más,

como tú, como yo,

como todos.

#hoynoperderé

Donde habite el olvido

Mentían Bécquer,
Cernuda y Sabina,
no hay lugar
donde habite el olvido.
Aquí sigue
este maldito recuerdo,
que me va asolando
por dentro.
Aquí sigue,
perenne,
inmóvil,
eterno,
perpetuo...

 

La belleza

Ni boca de fresa,
ni perlas por dientes,
ni cabellos de oro.
Somos mujeres,
no un catálogo
de unos grandes
almacenes.
Es la valía
la auténtica belleza
y no al revés.
Cuando
la propiedad
conmutativa
se equivoca
solo nos queda
aprender.

Un final sin créditos

-¡Corten!

En ese momento el set de rodaje se inundó de aplausos, se acababa de rodar la última escena de la película y los abrazos, los besos y las sonrisas pasaron a ocupar el primer plano del momento. Tras despedirse de todos los que habían sido sus compañeros durante meses, Julia salió sin saber muy bien a dónde ir. Ésta era su primera película como protagonista, por fin le había llegado su gran oportunidad, y nada más y nada menos que de la mano de uno de los directores más reconocidos del panorama nacional. Llevaba meses dibujando delante de las cámaras su maravillosa sonrisa, mientras intentaba olvidar lo que sus ojos escondían, y si algo había aprendido es que no es tan sencillo pasar del drama a la comedia, por mucho que el guion lo exija.

Absorta en sus pensamientos siguió caminando sin rumbo, ni siquiera se dio cuenta de que había empezado a llover, sus recuerdos estaban poniendo entre las cuerdas a su cordura. “Se ha terminado”, se repetía una y otra vez, deseando asumir la ruptura, pero cómo le costaba aceptar que su relación se había roto, cómo le dolía recordar el momento en el que él le había dicho que ya no podía continuar, que, simplemente, ya no estaba enamorado de ella. Probablemente hubiese preferido una infidelidad o una apatía que provocara la ruptura por la otra parte, eso lo hubiese hecho menos doloroso, o eso quería creer. Eso sí, a él había que reconocerle su valentía, justo la que a ella le faltaba en esos momentos. Sus pasos la llevaron a una cafetería, sentada al otro lado del cristal, removía distraídamente su té de canela, fue entonces cuando sacó de su bolso una libreta, arrancó una hoja, y se puso a anotar algo en ella. Se tomó su té y decidida salió a la calle. En la mesa dejó el dinero y la nota:

 “Querido narrador omnisciente, ya tengo suficiente con mis pensamientos, no quiero  aguantar los ajenos, así que aquí te quedas, si miras tras el cristal verás un cine, ponen un clásico, de Katharine Hepburn nada menos, allá voy, a evadirme de todo mirando la gran pantalla”.

Dormir

Ahora vuelvo a encontrarte

en mis sueños.

No sé si por nostalgia

o por cúmulo de ausencias,

pero, nunca antes,

dormir fue mejor plan.

Te odio

Te odio
por tus miedos,
por tus dudas, 
por tus complejos.

Te odio
por callar,
por bajar la mirada,
por dejar de soñar.

Te odio
por tus derrotas,
por tu tristeza,
por las promesas rotas.

Te odio
porque al mirarme
en el espejo
siempre estás.

Tu invierno. Mi infierno.

Te di el poder
de mandarme
al infierno
y descubrí
que no se está tan mal,
o será que a tu lado
es invierno
y a mí nunca
me gustó el frío.

Mengano

Me atrincheré
en los versos
de Benedetti
como si fueran
un refugio,
pero su Inventario
me dejó a solas
frente a una larga lista
de sueños futuros,
cubierta por el polvo 
del desencanto.
Y dejé que mengano
y fulano
borraran mi sonrisa,
convirtiendo a la angustia
en la protagonista
de estos días.

Pies para qué los quiero

Los días grises habían impregnado su vida de tal forma que la tristeza se había convertido en su sombra. Un marido al que amó, y quién sabe si aún amaba, que nunca había estado presente, para el que todo tenía mayor importancia que ella. Una hija que se había encargado de alejarse lo suficiente como para que las sombras grises no la asfixiasen. Una vida vacía de ilusión. Un vacío lleno de silencio.

Pero aquella tarde todo cambió. Había estado encerrada en su estudio pintando, intentando evadirse de todo, buscando motivos que no hallaba. Había empezado a hacer una serie de autorretratos, movida, indudablemente, por su pasión por Frida. Pero en este algo era muy diferente, de su espalda salían dos perfectas alas. Se miró en el espejo y vio que no era cosa del lienzo, que ahí estaban sus alas, radiantes, prometedoras, llenas de esperanza.

Nunca volvimos a saber de ella.

Huir...

He aprendido
a huir de mí,
pero verme
desde fuera,
me genera, aún,
más tristeza.

Amores eternos...

Aun sabiéndote
fugaz,
elegí amarte
eternamente.

Sentir...

Tiembla,
llora,
grita...
Tranquila,
volverás
a sonreír.

Insomnio

Tu nombre golpea
mi insomnio,
pero aún me quedan
sueños
por los que vale
la pena
estar despierta.

Tu nombre

 Tu nombre era

una sombra alargada

que arrastraban mis pasos.

Por eso comencé a volar,

para dejarte, por fin,

en el pasado.

Al mar

He tirado al mar
la cicatriz que
me dejaste.
Espero que las olas
la rompan contra las rocas.
No te mereces menos.

Primavera...

Cuentan que
llegó la
primavera.
No saben que
la vida
es un otoño
perpetuo.

Se fue

 Se fueron difuminando sus recuerdos

como una acuarela

en la que irrumpe una gota de agua.

Se fue perdiendo aquella mirada

que ya sólo veía

la nostalgia del pasado.

Se fue olvidando

de su miedo a irse

y prefirió marcharse

llevándose con ella

lo único que le quedaba,

la huella de

una historia de amor imborrable.

Se fue en otoño

y nunca más volvió la primavera...

Empezar de cero

Fueron saliendo,

uno a uno

mis demonios,

buscando más miedos

de los que alimentarse.

Frágil e inmóvil

dejé que asolaran

mi alma.

Y una vez vacía

y en ruinas,

la reconstruí con sueños.

Nosotros

Lloro la nostalgia
del tiempo en el que
existía un "nosotros".
Aquellos días
en los que cada duda
encontraba respuesta en tu abrazo.
Cuando los relojes
no estaban llenos de arena
sino de sueños  por cumplir.
Cuando las noches 
no traían viejos monstruos,
sino una pasión que creímos eterna.
Cuando la vida no era
la amarga repetición 
de estos días sin ti.

Haikus III

Tras separarnos

nuestros miedos brindaron

por el futuro.

La niña que fui

nunca será más feliz

de lo que fue ayer.

Nuestro adiós pintó

de nostalgia un futuro

que ya no será.

Mis pasos dejan

huellas de un camino

que conduce a ti.

Nacerán flores

en las yermas cunetas

sin primavera.

Guarda secretos

bajo la piel desnuda

de su nostalgia.

Escondes sombras

en tu triste mirada

huérfana de hoy.

Amor propio

Lo complicado
no fue dejar de pensar
que no valía.
Lo complicado
fue conseguir quererme
sin odiarte a ti.

Búsqueda

Pregunto por tu ausencia
pero ya ni el eco
me responde.
Te busco en los libros
como un verso subrayado.
Te busco en las canciones
como un disparo a quemarropa.
Te busco en todas partes,
pero ya solo te encuentro
en el pasado.

Haikus II

Llena de sueños
decidió vaciarse 
de realidad.
...............................
Tras llorar tanto
decidió bailar sola
bajo la lluvia
................................
Fueron amantes
sin prometerse nada
eternamente
................................
Quería volar
y dibujó unas alas
en su presente
................................
Nada acontece
salvo el tiempo que nos va
desdibujando
................................
El tiempo borró
los recuerdos que guardé
para no amarte
................................
Si vas a amarme
ama también mis ruinas,
son parte de mí

Haikus I

Esa nostalgia
era la compañera
de su soledad.
..........................
Sus pies descalzos
buscaban el camino
a Nunca Jamás.
...........................
Nada pesa más
que aquellas sombras
que habitan los recuerdos.
...........................
No había sapos
ni zapatos de cristal,
solo libertad.
...........................
La vida era gris
con escala de sombras
dejando su huella.
............................
Las princesas hoy
muerden manzanas rojas
y no usan tacón.
.............................
Se fue en noviembre,
llevándose el otoño
y las sonrisas.
.............................
Un largo invierno
impregnaba sus días
de blanco y negro.

Futuro imposible

El recuerdo del ayer
nunca dolerá más
que la nostalgia de un futuro
que jamás llegará a ser.