IDEA ORIGINAL: @MARUBV13
Entré en aquel café distraída y con un paso
rápido. Un hombre de cabello blanco que sostenía un café en una mano y un
croissant en la otra, se detuvo para darme el paso. Le sonreí por inercia y
me dirigí a la barra a pedir, como de costumbre, un capuchino con extra de
canela. Una vez sentada en mi sitio habitual, en una esquina, junto a la ventana,
saqué mi portátil y me dispuse a escribir, pero me di cuenta de que el hombre que
me había dejado pasar seguía allí, mirándome de tal forma que conseguía
inquietarme.
Intenté
evadirme entre mis letras pero no conseguía hilar dos frases sin mirar de reojo
a aquel extraño que sonreía y escribía pausadamente en una libreta, recreándose
en lo que hacía. De vez en cuando, clavaba su penetrante mirada en mí y, a
continuación, volvía a perderse entre las hojas de su cuaderno, mientras yo
volvía a encontrarme, cara a cara, con mi bloqueo. Ni el perfecto aroma a
canela conseguía revivir mi inspiración. Llevaba semanas en las que era incapaz
de avanzar en la novela. Sabía perfectamente todo lo que iba a suceder en la
historia, cada palabra, cada detalle, pero algo me impedía escribirlo, como si
al hacerlo estuviese desprendiéndome de algo que hasta ahora era solo mío. Desistí,
apagué el ordenador y saqué la novela de Luís García Montero que me estaba
leyendo. Nada me daba más ganas de escribir que leer un buen libro y aquel lo
era. Esperaba que esta vez también volviese a funcionar la lectura como fuente
de inspiración.
Por un momento
conseguí olvidarme del desconocido, pero al levantar la cabeza para tomar otro
sorbo del capuchino, vi que seguía allí,
mirándome detenidamente, sin disimular, mientras parecía tomar anotaciones de
cada detalle. Lo más extraño es que no me inquietaba. Analizándolo fríamente,
en cualquier otro momento, hubiese entrado en pánico, pero, siendo sincera, lo
único que me producía era curiosidad por saber qué escribía.
Logré
concentrarme en la lectura hasta que vi que se dirigía al baño. En ese mismo
instante mi timidez se desvaneció por arte de magia, decidida, me levanté y me
dirigí a su mesa, donde había dejado su cuaderno. Lo abrí y comencé a leer. Poco
a poco noté como se me estremecía el cuerpo. Todos mis recuerdos se iban
desdibujando, convirtiéndose en simples sombras de letras. Y yo allí, en medio,
hierática, dándome cuenta del vacío, de lo efímero, de la mentira. Yo era un
simple personaje de una historia escrita por un desconocido, si todavía hubiese
sido Benedetti o García Márquez… Ahí, al principio de su cuaderno, estaba
escrito el comienzo de todo, antes de eso no había nada, no estaba yo: “Entré en aquel café distraída y con un paso
rápido. Un hombre de cabello blanco que sostenía un café en una mano y un
croissant en la otra, se detuvo para darme el paso”.
Pagué la
cuenta y él continuó la historia, solo espero que merezca la pena.
Sobre el texto @MaruBV13 hace las siguientes consideraciones:
—Título del texto.
—Intro de @MaruBv13 indicada en cursiva.
—El caballero parece dibujar o escribir en una libreta.
—Enlace a su entrada: https://conjurandoletras.com/2019/07/07/cafe-con-un-extrano/
Espléndido relato. Una original historia que creo que todos hemos soñado tener, incluso con el enojo de vernos convertidos solo en meros personajes. Es tan Sonia, que no caben más palabras que una FELICITACIÓN inmensa y un gran orgullo por leer tus letras y ser amiga de esta maravilla que es capaz de escribir estos bellos trazos. 👏👏👏👏😘😘😘😘😘😘😘😘😘
ResponderEliminarMe sonrojas mi querida Olga. Infinitas gracias por tus palabras que difuminan esas inseguridades que me acompañan con cada escrito. Un beso enorme.
EliminarEstupendo relato, Sonia. Te introduce en la historia desde el comienzo con expectación. 👏👏👏
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, que me han dibujado una gran sonrisa.
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